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FRANCISCO MARTÍNEZ, DIRECTOR DE TEXTILES PIGÜÉ, EMPRESA RECUPERADA EN MANOS COOPERATIVAS

La de Textiles Pigüé es una de las tantas historias de empresas recuperadas por sus trabajadores luego de la quiebra de sus dueños originales y, en la mayoría de los casos, el intento de vaciamiento de las plantas. El mismo derrotero de ocupación de las fábricas, desalojos policiales, funcionarios que prefieren escuchar a nuevos empresarios antes que a los obreros, y meses y meses de luchas políticas y judiciales hasta que, en algunos casos, finalmente lograron el reconocimiento del derecho a que la industria pase a manos de quienes la trabajan. Organizados como cooperativa, hoy funciona al 100 % de su capacidad y da empleo casi a la misma cantidad de personas que cuando cerró en 2003.

Francisco Martínez es director de la cooperativa de trabajo Textiles Pigüé y uno de los que, tras varios meses en los que la entonces Gatic SA trastabillaba sus últimos pasos con deudas millonarias con proveedores, atrasos en el pago de servicios y de las quincenas de sus operarios, decidió junto a compañeros y compañeras, exigir a las autoridades que reconociera su derecho a seguir manteniendo activa la principal fábrica de un grupo empresarial que había sido, durante décadas, licenciatario en el país de la alemana Adidas entre otras marcas internacionales.

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Francisco Martínez, director de la Cooperativa de Trabajo Textiles Pigüé.

En Pigüé, una localidad de 15 mil habitantes en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, la planta ocupaba a 200 personas que producían los insumos con los que otra veintena de fábricas del grupo Gatic, confeccionaba calzado e indumentaria deportiva de reconocidas marcas. En total eran 25 plantas en varias provincias, que llegaron a tener más de ocho mil empleados, y en su apogeo, en los 80, incluso exportó sus productos a Italia, Holanda, Francia y hasta la misma Alemania. Con la Convertibilidad y la importación indiscriminada de la década del 90, comenzó la debacle. Como muchas otras empresas, empezó con suspensiones, atraso en el pago de las quincenas y finalmente cierre de fábricas y despidos. El paso siguiente era el vaciamiento o la liquidación de sus bienes en manos especulativas.

 

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Fue en ese entonces que un grupo de trabajadores decidió ocupar las instalaciones para evitar su desmantelamiento y reclamar que querían seguir produciendo. Hoy son más de 500, pero en 2003 eran apenas un centenar las que conformaban el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), al que se sumaron las y los ex-trabajadores de Gatic, convencidos de que su futuro no podía quedar en manos de la opción que les ofrecía el mercado, con un nuevo grupo inversor que no quería hacerse cargo de las deudas, ni de la antigüedad de los operarios, ni de garantizar la continuidad en sus empleos.


Documental sobre la historia de la cooperativa Textiles Pigüé elaborado por la productora Núcleo Audiovisual.

Primeros pasos

“Es la típica historia que se fue construyendo, de desempleo y organización obrera a través de cooperativas de trabajo”, relata Martínez. El panorama inicial no era sencillo: el camino asociativo era más un impulso que una certeza y el escenario económico —la salida de la convertibilidad y la crisis del 2001— más el contexto político, no ayudaban a imaginar un futuro exitoso, al menos como suele entendérselo en términos empresariales. “Nosotros no medimos los éxitos y los fracasos en términos de la economía —afirma Francisco—; eso es sólo un punto a analizar. Cuando vos venís del desempleo, sabés la angustia que genera, la fragmentación social, familiar, etc.”. De hecho, los primeros cuatro años casi no hubo retiros de quincenas (el equivalente al sueldo) y sin embargo no lo viven como un fracaso: el no haber quedado en el desamparo y formar parte de un proyecto y una construcción colectiva sirvieron para sortear el deterioro que produce el estar sin trabajo.

2023 04 05 Nota Textiles Pigue 11 Desalojo

En agosto de 2004 ordenaron el desalojo de los trabajadores que ocupaban la fábrica para evitar si vaciamiento.

Hubo desalojo, fallos judiciales adversos y funcionarios que prefirieron atender la propuesta empresaria antes que la de los trabajadores organizados. Pero finalmente, la persistencia en la lucha tuvo sus frutos tras una entrevista con el entonces presidente de la Nación, Néstor Kirchner, quien respaldó el reclamo de los trabajadores y allanó el camino para la expropiación de la planta y su cesión a la cooperativa en diciembre de 2004.

 

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Tras casi un año inactiva, en 2005 retomaron la producción, no sin inconvenientes. Para entonces ya no eran los 200 que habían quedado en la calle, sino apenas 70 u 80 quienes empezaron con la cooperativa; el resto, ante la incertidumbre del futuro del proyecto o poco convencimiento sobre la experiencia colectiva, optó por rebuscárselas como pudo por afuera con changas u otros trabajos. “Los primeros dos problemas que nos enfrentamos fueron: la falta de capital de trabajo y la falta de profesionales, porque los jerárquicos, los profesionales, los ingenieros no acompañaron la lucha inicial”, recuerda el dirigente cooperativo. “No éramos sujetos de crédito y tampoco teníamos los saberes para comprender tareas que hoy sí desarrollamos —explica—; éramos obreros que no sabíamos de administración, de comercialización, de importación, de exportación o algunas cuestiones de ingeniería”.

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Francisco Martínez es uno de los trabajadores de la quebrada Gatic y fundadores de la cooperativa.

Para el segundo de los puntos encontraron respuestas en la articulación con otras entidades, en especial universidades nacionales como la del Sur. Allí recurrieron para convocar a estudiantes y jóvenes profesionales a que se sumaran en forma asociada al proyecto autogestionado. Fueron varios los que se comprometieron y hoy varios de los integrantes y el mismo presidente del consejo de Textiles Pigüé es un ingeniero industrial egresado de la UNSur.

En cuanto al primero de los aspectos —la falta de capital— fue crucial la escrituración de la propiedad de la fábrica en manos de la cooperativa en 2014, luego de una década demostrando que podían gestionar la empresa. Hoy Textiles Pigüé tiene 180 trabajadores y trabajadoras asociadas (un 35% son mujeres), casi la misma cantidad que había dejado en la calle la quiebra de Gatic, y la expectativa es que siga creciendo e incorporando personas.

2023 04 05 Nota Textiles Pigue 13 planta

A casi dos décadas de su recuperación en manos cooperativas, la planta textil opera al 100 % y elabora nuevos proyectos.

Marcas propias

Históricamente, la actividad principal de la planta de Pigüé era la elaboración de los materiales que se usaban en otras fábricas para la confección de indumentaria y calzado deportivo. Con el tiempo se agregó una sección de confección para terceros, lo que se conoce en el rubro como trabajo “a fazón”. Sin embargo, luego de años de ardua reconstrucción de la empresa y de recomposición de su economía, los incrementos de las tarifas de la gestión nacional anterior obligaron a pensar en readecuaciones que, por la esencia cooperativa, no podían apelar a la fórmula que propone el mercado: ajustar por el lado de los trabajadores.

2023 04 05 Nota Textiles Pigue 04 Fibra

Fibra es la marca de indumentaria deportiva desarrollada por la Cooperativa Textiles Pigüé.

“En ese momento éramos 120 asociados, de los cuales más o menos un 25% estaban en los talleres de confección de prendas que, sin embargo, por la rentabilidad misma del rubro, aportaba a la facturación de la empresa 6 o 7 % del total, lo que lo hacía insostenible —comenta Martínez—. Así que entendimos que teníamos que agregar valor a la materia prima que producíamos y creamos nuestra primera marca propia: Fibra”. Bajo el lema “Resistencia en movimiento”, hoy Fibra representa entre el 25 y el 30% de los ingresos de la cooperativa y provee indumentaria a gran cantidad de clubes, escuelas, universidades y asociaciones de la provincia de Buenos Aires. “El mercado no va a indicar la suerte de ninguno de nosotros”, afirma Francisco Martínez.

 

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En 2020 una nueva coyuntura adversa puso a la cooperativa en la encrucijada de ajustar o repensarse para mantener las fuentes laborales en pie: la pandemia. En ese contexto resolvieron encarar otra unidad de negocios que, al mismo tiempo que mantuviera activa la planta, atendiera una demanda creciente de los servicios de salud. Así nació “Sanitex”, la segunda marca propia, en este caso dedicada a la confección de insumos de protección personal, tanto para la salud como para la industria. Con apoyo del Ministerio Desarrollo Productivo de la Nación, fue un desarrollo a contrarreloj, que logró ponerse en marcha en apenas tres meses, incluida la importación de una línea de montaje china y la adecuación de lo que era un depósito, para cumplir con las estrictas normativas sanitaria de ANMAT para este tipo de producción.

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En 2020 la pandemia paralizó por completo la producción y la cooperativa resolvió crear una nueva línea dedicada a la confección de barbijos y otros insumos de protección personal.

Desafíos

Uno de los proyectos más recientes es la compra de 10 hectáreas en las que construirán viviendas para las y los trabajadores de la cooperativa. La idea surgió a partir de la preocupación por el futuro de las personas que se acercan a la edad de jubilarse y que, en la situación actual, lo harían con la jubilación mínima, lo que obligaría a muchos a seguir trabajando para poder subsistir. Esto porque hay un vacío legal que no contempla la figura del trabajador-asociado (que no es ni patrón ni empleado, o que es las dos cosas al mismo tiempo), por lo que se ven obligados a ser monotributistas y a hacer sus aportes como tales. Hasta hace poco, esto implicaba, además, que no contaran con un sistema de riesgos laborales, las ART (Aseguradoras de Riesgos de Trabajo) —obligatorias para los empleados en relación de dependencia— y que, recién a partir del decreto nacional 651/2022,de septiembre del año pasado, les habilita a contratar.

“Queremos que las compañeras y compañeros, cuando se jubilen se vayan con algo, ni más ni menos que con un techo propio; que haya tenido sentido haber dado tantos años de trabajo a la cooperativa. Y de paso restituimos uno de los derechos que habíamos perdido transitoriamente, que es el de tener un techo digno donde vivir”, explica Martínez.

En la misma línea de atender otros aspectos más allá de lo estrictamente laborales, la cooperativa montó una proveeduría en la que se pueden adquirir alimentos a precios menores que los del mercado y comenzó a desarrollar una huerta agroecológica para suministrar hortalizas al comedor de la fábrica y a la proveeduría.

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La huerta agroecológica produce tanto para el comedor de la planta como para la proveeduría.

El aspecto humano es el centro de todas las decisiones que se toman de manera colectiva y democrática. De allí que, a lo largo de los años, la inclusión haya sido un precepto que abrió las puertas de Textiles Pigüé a los sectores más desprotegidos, trabajando con el Patronato de Liberados, con las cárceles, con programas para jóvenes con vulnerabilidades sociales, con escuelas de educación especial. “Nosotros creemos en las oportunidades y en el trabajo, así que la cooperativa, como una organización del pueblo, trata de incluir y de generar espacios en esos lugares donde es más difícil desarrollarse —afirma Francisco—: darle una segunda oportunidad a una persona que sale de la cárcel, lo mismo que a un joven con dificultades complejas en lo social, en lo familiar, tratamos de darle trabajo. Los chicos de la escuela especial, por ejemplo, empiezan viniendo una hora por mes acompañados por sus docentes, trabajan, hacen algunas cositas. Con el tiempo, cuando tienen 18 años, ya no vienen un ratito sino que son plenos socios.”

Tras casi 20 años de funcionamiento, el desafío es mantener vivo el pensamiento cooperativo en las nuevas generaciones que se suman a las y los fundadores. Hoy casi un tercio de las y los asociados son jóvenes que no estuvieron en el inicio de la recuperación de la empresa, que no vivieron aquellos años de una experiencia que es intransferible. La clave está en el diálogo permanente con ellos, en la reflexión de la realidad desde una mirada cooperativista y solidaria y, aunque nadie pregunta a quién vota cada una y uno, en el reconocimiento de quiénes fueron los que apoyaron a la cooperativa cuando todo parecía venirse abajo, entre ellos, el MNER y organismos de DDHH. No por casualidad, cuando se entra a la Cooperativa de Trabajo Textiles Pigüé, un pañuelo blanco recibe a los ingresantes.

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Por principio, hay pluralidad de ideas entre las y los integrantes de la cooperativa, pero el compromiso político con quienes apoyaron su lucha es innegociable, como en el caso de los organismos de DDHH. Un pañuelo blanco recibe a cara ingresante a la planta.


Congreso de Extensión

Francisco Martínez estuvo en Santa Rosa para exponer la experiencia de la Cooperativa de Trabajo Textiles Pigüé Limitada en el panel de “Economía social, solidaria y popular”, una de las actividades del X Congreso Nacional de Extensión Universitaria “La extensión en la pospandemia: desafíos y aprendizajes de la universidad territorializada”, organizado del 29 al 31 de marzo por la Universidad Nacional de La Pampa.